domingo, marzo 12, 2006

Robert Capa y la Fotografía intervenida

Muerte fotografía y verdad.

La “Muerte de un Miliciano” es la foto de Capa más famosa y, al mismo tiempo, la más controvertida: en los años setenta se levantó la polémica sobre el lugar en el que había sido tomada y sobre si se trataba de un documento gráfico preparado o no.

Quien lanzó la sospecha había sido un anciano periodista británico, O’Dowd Gallager, quien afirmaba haber compartido con Capa la habitación de un hotel en la frontera entre España y Francia en el momento en que sacó la famosa fotografía, presuntamente lejos del frente de combate.

El dato proporcionado por Gallagher, se corroboró después, era erróneo. Bastante antes, la posibilidad de que fuera una toma trucada, o una mera escenificación, había sido esparcida por el propio franquismo para desacreditar la imagen más emblemática de la lucha del pueblo español, señalando que ese día no se habían producido combates en el Cerro Murciano, lugar de la toma, ni registrado bajas en ninguno de los bandos.

Pero hace una década la controversia llegó definitivamente a su fin a favor de Capa, al descubrirse la identidad del hombre que aparece en la imagen: Federico Borrel García, muerto, sí, en la batalla por el Cerro Murciano, a doce kilómetros al norte de Córdoba, el 5 de setiembre de 1936.

Poco después, para corroborarlo definitivamente, Juan Carlos Algañaraz, corresponsal de Clarín en España, viajó a Alicante y publicó una larga entrevista (el 16 de abril de 1995), al arqueólogo e historiador Mario Brontone García, amigo y compañero de Borrel García, a quien conocía también por el sobrenombre de Taino.

Ambos estaban enrolados en la Juventud Libertaria, una organización anarquista. El propio Jordá había participado en los enfrentamientos del Cerro Murciano, resultando herido. En el hospital, se enteró de la muerte de Borrel García. Poco después, formaron un batallón llamado precisamente, Taino, en homenaje al compañero caído.

La fotógrafa Rosa Revsyn, quien a menudo trabaja con sus alumnos analizando la obra de Capa sobre dos parámetros que la obsesionan, Fotografía y Verdad, le aportó a Ñ una mirada diferente de la mera discusión que dividió tanto las aguas durante décadas. “La fotografía, señaló, parece cargar, aún hoy, con una pesada obligación: para ser valorada debe ser “verdadera”, sin intervención alguna de nadie. Sin embargo, en el Libro de los Pasajes, Walter Benjamín nos recuerda que ya el primer crítico de la fotografía, en el siglo XIX, construyó una escena donde una adolescente agoniza frente a la impotencia de su familia, a partir de cinco negativos. Criticarle a Capa la supuesta escenificación de la imagen es tan absurdo como condenar las imágenes del mexicano P. Meyer, abiertamente condenatorias de la explotación del campesinado latinoamericano por parte de los Estados Unidos, por el solo hecho de haber sido hechas con herramientas digitales. Creo que debería interesar más lo verosímil que lo verdadero, sabiendo de sobra qué resbaladizo es el tema de lo “verdadero” en fotografía, especialmente en el terreno de lo documental. Capa no inventó la Guerra Civil Española, como tampoco la muerte de miles de milicianos. Esta imagen forma parte de un legado comunicativo porque nos muestra junto a tantas otras, la heroica lucha de la resistencia contra el fascismo. Está en nosotros, según como pensemos, adjudicarle el valor correspondiente”.

Parece que ese valor le ha sido adjudicado con creces a “Muerte de un Miliciano”.

(Publicado en Revista Ñ del sábado 11 de marzo de 2006)

1 comentario:

Luc dijo...

Otra vez nos pondremos en la discusión de qué es foto intervenida y qué no?

Bueno, mi opinión personal sobre el tema, es que no es mejor ni peor que esté intervenida, pero cuando una foto mustra un suceso de interés público, o periodístico, es importante saber si se ajusta a la realidad o no. Para el resto de los casos, me resulta absolutamente indistinto.