miércoles, agosto 30, 2006

Leica

(Nota tomada del diario español El Mundo)
50 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE ERNST LEITZ

El ángel de los judíos que creó Leica

De sus cámaras disfrutaron los mejores fotógrafos del siglo XX. De su humanidad se beneficiaron cientos de judíos que escaparon del nazismo. Ernst Leitz es mucho más que el audaz empresario alemán que impulsó Leica en los años 20. Se enfrentó al mismísimo Hitler y se preocupó de las condiciones laborales de su obreros. Hoy tendría que lidiar con la era digital.

Por Úrsula Moreno


¿Más de 90.000 euros por una cámara de fotos? Pues sí, pero sólo si se trata de una Leica M7 en titanio, de la colección del fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado. Una suma astronómica, sin duda, que un apasionado de la fotografía desembolsó en una subasta en Viena el año pasado y que su antiguo propietario destinó a preservar la selva amazónica.

Las máquinas Leica valen hoy día su peso en oro. Sobre todo cuando han pasado por las manos de famosos leiquistas como Henri Cartier-Bresson o Robert Capa, por citar sólo dos. O cuando pertenecen, como es el caso de la Leica de Salgado, a una edición limitada. Las Leica son sinónimo de perfección y calidad, pero sobre todo son la historia de un mito —con unos ingresos por ventas de 100 millones de euros en 2005— forjado a lo largo de más de 80 años.

La fotografía, tal y como la conocemos hoy día, no hubiera sido posible sin la aparición de la primera Leica, a principios del siglo pasado. Aquella cámara de 35 milímetros la convirtió en una afición al alcance de muchos. Cuenta la leyenda que Oskar Barnack, el ingeniero alemán que diseñó el primer prototipo, era un amante de la fotografía. A ella dedicaba los fines de semana en el bosque cercano a Wetzlar, una pequeña población al norte de Francfort. Cargaba con las pesadas cámaras de placas y su trípode de madera, mientras soñaba con inventar una máquina portátil y de fácil manejo, con una óptica de primera calidad. Todo con tal de dejar de acarrear el voluminoso material de la época, un suplicio para un asmático como él.

Corría 1911 cuando Barnack, que trabajaba para la empresa de material óptico de Carl Zeiss, fue fichado por la competencia. La casa Leitz, dedicada a la fabricación de microscopios y creada en 1869 por Ernst Leitz, quería diversificar su producción. Ernst Leitz II, hijo del fundador, decidió captar a los ingenieros estrella de esta región de Hesse (oeste de Alemania). Para ello eligió a Oskar Barnack y al especialista en objetivos Max Berek.

Leitz II, que se hizo cargo de la empresa en solitario tras la muerte de su padre en 1920, se reveló como un empresario avezado, capaz de dar el salto desde un pequeño taller de óptica a la fabricación en serie de la primera cámara de 35 milímetros, la Ur-Leica (combinación de las palabras "Leitz" y "cámara"). Aunque para llegar hasta ahí, tuvo que superar primero la depresión de la posguerra, con graves repercusiones económicas y personales para su familia.

Aquel joven ingeniero, Oskar Barnack, trabajaba en un exposímetro para cámaras de cine cuando se le ocurrió que, si duplicaba la longitud de la película, obtendría un negativo de mayor tamaño que podría valer para una cámara fotográfica. En 1914, el pequeño aparato de metal, con objetivo de 50 milímetros y obturador de cortina, para películas de 35 milímetros, acabó en manos de Leitz hijo, que se la llevó en un viaje a Nueva York. A su regreso, entusiasmado, decidió a patentar el invento. Cuando, por fin, en 1924 se lanzó a su fabricación en serie, hubo de hacer primero oídos sordos a los agoreros que le advertían del riesgo de semejante proyecto, en plena crisis económica.


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